Con Cançons a l’ombra, el grupo catalán La Baula firma uno de los debuts más estimulantes que ha dado la escena folk catalana en los últimos tiempos. Formado por seis músicos con largo recorrido en la música de raíz —Roger Andorrà, Pau Benítez, Patri Garcia, Xavier Rota, Roser Serrano y Joan Tomàs—, el conjunto se presenta con una declaración de intenciones: recuperar del olvido canciones tradicionales poco conocidas, desempolvadas de archivos, cancioneros históricos y grabaciones de campo, y devolverles la vida con nuevos arreglos y un enfoque sonoro contemporáneo, sin perder el alma del repertorio original.
La idea de “sacar de la sombra” estas piezas no es meramente metafórica. En tiempos donde muchas producciones folk se mueven entre lo academicista y lo festivo, La Baula apuesta por una tercera vía: la de la profundidad narrativa, la investigación musicológica y la creatividad interpretativa. El resultado es un trabajo de gran riqueza tímbrica, con un equilibrio justo entre respeto por la tradición y osadía artística.
Desde la primera pista, La llàntia de Felip Quint, el grupo marca territorio: una leyenda apocalíptica vinculada a Montserrat, cantada por la veterana Magda Capdevila, que transforma una superstición popular en un alegato político contra el centralismo borbónico. Le sigue La presa de Roses, donde el grupo incorpora un aire de sardana con un delicioso solo de fiscorn a cargo de Martí Villegas, que aporta profundidad y textura a una melodía ya de por sí embriagadora.
Uno de los grandes aciertos del disco es su amplitud emocional y temática. Hay espacio para lo romántico, como en La veu del cor; para la sátira, como en El cornut o Contrapàs de broma, y para lo dramático, como en La flor blava, una habanera fluvial cargada de fatalismo y lirismo que destaca por la interpretación vocal de Xavi Rota. En Naixeu damunt la gebra, el grupo rinde homenaje al modernismo literario con un poema de Jacint Verdaguer musicado con buen gusto y sensibilidad por Lluís Romeu, donde brillan las voces femeninas de Patri Garcia y Roser Serrano.
Entre los momentos más memorables del álbum se encuentra El fill del rei, una balada recogida en el Cançoner de l’Empordà con ecos medievales, acompañada por unas castañuelas ibicencas (interpretadas por Jordi Inglès «Bero») que confieren al tema un carácter ritual. El trabajo instrumental, a lo largo de todo el disco, es impecable: la combinación de clarinetes, gralla, flabiol, tenora, violín, shruti box y percusiones varias crea una paleta sonora que remite tanto a la cobla como a los grupos de folk centroeuropeos, pero siempre con un aroma profundamente mediterráneo.
El cierre con La mort de Pare Jordi, un romance tradicional a la par que una historia oscura, muestra la capacidad de La Baula para explorar registros narrativos complejos, sin perder la musicalidad ni el pulso popular. Y entre medias, Amunt i crits, la única composición original del disco, se erige como un homenaje sentido al añorado Jordi Fàbregas. La pieza, compuesta por Roger Andorrà, recoge el ideario de todo el grupo: respeto, compromiso, y una defensa activa de la música de raíz como herramienta cultural y social.
Cançons a l’ombra no es solo una recopilación de canciones antiguas. Es un ejercicio de memoria colectiva, una muestra de lo viva que puede estar la tradición cuando se la trabaja con pasión, rigor y creatividad. Con este primer disco, La Baula no solo llena un vacío en la escena folk catalana tras la desaparición de El Pont d’Arcalís: establece un nuevo referente. Una baula necesaria para seguir encadenando pasado y futuro a través de la música.
fuente: diario folk
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