sábado, 7 de junio de 2025

Branca Vela (ao vivo) BUDIÑO



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Desde que a finales del pasado milenio, Xosé Manuel Budiño irrumpiera en la escena musical gallega como uno de esos gaiteros que, con lucidez y virtuosismo, se sumaron al resurgir de la música tradicional del norte, su evolución ha sido constante. Con su octavo álbum, Branca vela, el artista de Moaña no solo consolida su trayectoria, sino que se erige como un creador completo, un auténtico orfebre sonoro. Si bien Paralaia (1997) nos desveló a un instrumentista ágil y de miras abiertas, Branca vela profundiza en la sensación que ya nos dejó Fulgor hace un lustro: la de estar ante un artista sin parangón.

Este disco es un testimonio palpable de la audacia y el mérito de Budiño en todas sus dimensiones. Ya no sorprende que el flautista y gaitero sea, además, un vocalista sumamente atinado. Sin embargo, en Branca vela la mirada panorámica de Budiño se agiganta, demostrando una mente preclara para la integración y la conexión. Una de las virtudes más destacadas del álbum reside en su capacidad para hermanar el pasado con el presente, haciendo de la tradición un resorte creativo, no una imposición. La incorporación puntual de grabaciones históricas, como el Coro de Ruada de 1929 en la impactante Donón –una pieza que bien podría medirse con cualquier ejercicio de etno-tecno internacional–, o el coro centenario de aturuxos en Serán de niñóns, son ejemplos brillantes de cómo lo ancestral sirve de mecha para una obra completamente contemporánea.

La pericia de Budiño en la programación electrónica también se manifiesta con una madurez asombrosa. Lejos de caer en beats manidos o exhibiciones ostentosas, la electrónica se convierte en una pincelada de color que invita a la travesura sonora. Esto se aprecia en momentos clave como la propia Branca vela, que cuenta con la inestimable participación de las cantareiras de Leilía, o la cándida y adorable O tolo de abril, donde la vieja amiga Guadi Galego aporta su voz y Manuel Rivas su incomparable verbo. Budiño, un letrista notable por derecho propio, cede el mando solo cuando sabe que la responsabilidad recae en un aliado que puede incluso superarle.

Branca vela es un álbum de duración concisa, apenas supera la media hora, lo que lo convierte en una experiencia que se desliza en un suspiro e incita a la reiteración. Cada pista es una explosión de frescura y sorpresa, un estallido de color que evoca la tolemia (alocamiento) de los carnavales ourensanos, adquiriendo por momentos un carácter tribal, africano e irrefrenable en términos geográficos. Es, en esencia, una galleguidad profunda que trasciende fronteras.

Este octavo trabajo de Budiño es, además, su segundo disco vocal, si bien mantiene una presencia importante de la gaita, mezclándose con otros instrumentos tradicionales gallegos como la percusión, y, por supuesto, con la electrónica. Las colaboraciones son un pilar fundamental del álbum, enriqueciendo cada tema con voces como las de LeilíaDe Vacas (en Fonte de namorar), Guadi GalegoTania Caamaño (en Romaría do Caravel), Diego Cabaleiro (en Serán de Niñóns), la poeta Antía Otero (en Tren Hotel con la voz en off de Uxía) y los coros infantiles de Libeliñas e Tarandeiras de Xacarandaina (en Un dragón de pé).

En definitiva, Branca vela no es solo un disco; es una declaración de intenciones. Budiño confirma su voluntad de crear un sonido con estilo propio, anclado en los pequeños sabores de la música de raíz, pero sin renunciar jamás a la experimentación. Un trabajo que descoloca y abraza, que invita a bailar y a reflexionar, y que reafirma a Xosé Manuel Budiño como uno de los músicos más innovadores y relevantes de la escena actual.

fuente: diario folk

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