Desde Mallorca surge una nueva banda de folk del que podríamos describir como “del de toda la vida”. Instrumental, con raíces, sencillo en composiciones y sin trampantojos en los arreglos, más allá de la calidad de sus interpretaciones, y cierto mestizaje en las propuestas de sus arreglos.
Pues en lo instrumental de este “toque de llamada”, una base de acordeón con el combinado de flabiol y tamboril, marcan desde el principio una pauta que nos acompañará durante el camino. La presencia del violín acaba por subrayar una apuesta clásica en la forma de hacer, dejando los giros en el camino en manos de la guitarra eléctrica en algunos acompañamientos, y alguna gralla para que la melodía no se aleje demasiado de la sonoridad tradicional.
No podemos evitar una sonrisa de agrado ante la sencillez de su sonoridad, que nos lleva por senderos que nos son ya muy familiares a los que medimos en décadas nuestra militancia por estas músicas. Tal vez nuestro instinto curtido nos insista en buscar los matices que nos puedan poner sobre la pista del origen, de la raíz terrenal, de la música que escuchamos, y que se nos aparece claramente en algunas piezas (“Pep pinxo”…), pero no en todas, quizás por tratarse de melodías de composición propia más que basadas en los repertorios tradicionales de su tierra, aunque sí en sus formas.
Renuncio por anticipado al posible encargo de predecir cómo puede recibir el mercado actual una propuesta como ésta, pues aquél lleva tiempo totalmente ajeno a cualquier tipo de lógica musical que no vaya acompañada de un planteamiento puramente comercial. Pero sí pongo la mano en el fuego por que será del total agrado de la tribu de folkis que seguimos dejándonos acariciar por el encanto y la magia de la sencillez, que no de la simpleza, de músicas bien hechas y con cariño por la propia historia.
fuente: diario folk
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