sábado, 24 de septiembre de 2022

ANDALUCÍA: El Canijo de Jerez con La Mari - Como La Yerba (Videoclip Oficial).


A Marcos del Ojo Barroso le debemos más de una alegría. Muchísimas más. No es de extrañar, llevando tanto tiempo con nosotros. Veinte años han pasado, ahí es nada, desde su debutjunto a Los Delinqüentes, “El sentimiento garrapatero que nos traen las flores”. Un álbum primerizo que llegó a vender más de 50.000 copias, alcanzando a ser Disco de Oro, de los de entonces. Aquella panda de jovenzuelos acuñó algo más que un sonido, un sentimiento: lo garrapatero. Y nos legaron un puñado de discos y canciones para el recuerdo, con mención especial para “La primavera trompetera”, convertida quince años después de su creación en himno generacional para miles de jóvenes de nuestro país. Basta oír cómo se dejan los pulmones coreándola encada concierto, en cada festival, para comprobar el poder de contagiar LA FELICIDAD, así en mayúsculas y en negrita, que tienen tanto la canción como la voz que le dio vida. No es la única perla en una carrera, la de El Canijo de Jerez, que parece engarzada con mano de orfebrería. Ahí están sus fantásticos años mozos con Los Delinqüentes, cuando unos chicos de barrio convirtieron su juventud, como dijo el poeta, en divino tesoro. O sus aventuras impredecibles con colegas como Kiko Veneno, Muchachito, Tomasito, Albert Pla o Juanito Makandé, entre otros, y bautizadas con nombres tan increíbles como G5, La Pandilla Voladora o Estricnina. O sus aplaudidos discos en solitario, cuatro ya, cada cual más exitoso: “El nuevo despertar de la farándula cósmica” (2012), “La lengua chivata” (2014), “Manual de jaleo”(2018) y el reciente “Constelaciones de humo” (2020) que ha brillado con luz propia en tiempos pandémicos. Canciones, tantas y tan buenas, para llenar los baúles de una folclórica. O las maletas de una estrella del rock. Porque de carretera y manta también sabe lo suyo El Canijo de Jerez. Bruselas, Ámsterdam, Londres, México, Buenos Aires o New York han caído ya rendidas a sus infinitos encantos, a su rumba canalla y a ese sentimiento garrapatero que ha convertido enseña de identidad. Y este 2021, con nuevo disco bajo el brazo, El Canijo de Jerez vuelve a los escena-rios. ¿Preparados para dejarnos el aliento en sus próximos conciertos?   

 

Nada más comenzar el disco, podemos oír la frase “Dios hizo el mundo y no le salió muy bien / se le fue delas manos y ya no tiene na que hacer / ahora somos muchos golfeando sin control / somos lo peor, vamos directo a la extinción”. No, El Canijo de Jerez no compuso este tema en plena pandemia, por mucho que lo parezca. Pero todo el nuevo álbum del Delinqüente -sin ex por delante, porque si uno es Delinqüente, como garrapatero, lo es para toda la vida- tiene un algo de oportuno, que no de oportunismo. Como si El Canijo tuviera algo de adivino, y hubiera vislumbrado en su bola de cristal la que se nos venía encima, uno encontrará tropecientas similitudes en sus letras con esta nueva normalidad que tan poco nos gusta. Con su sinceridad habitual, él confiesa que todo parecido con la realidad es pura coincidencia: “Las canciones fueron llegando deforma libre y natural. Sin trampa ni cartón. Están escritas en las madrugadas más oscuras de 2018 y 2019,bajo una gran influencia de las estrellas, el sol y la luna”. ¿Estamos ante su disco más serio, su obra de madurez? Quédense con lo primero y obvien lo segundo. Porque lejos de entregarnos un pañuelo de lágrimas, El Canijo de Jerez nos regala un ungüento de primera contra los males que nos asedian. “Constelaciones de humo”, su cuarto disco en solitario y primero autoproducido y editado bajo su propio sello Volar Sin Alas, es el antídoto perfecto para toda crisis. Incluso paralas de identidad. Porque evitando lugares comunes con pericia y lejos de recorrer pasos anteriores, el músicos e reinventa como tal con un repertorio tan inspirado como serpenteante. Perderse en esta constelación de canciones estelares -más una intro que quita el sentío- le ha sentado a nuestro singular astronauta como anillo (de Saturno) al dedo. Hay de todo en este crucero sideral -flamenco progresivo y psicodelia aflamencá, rumba rock y reggae arrumbao- y Canijo incluso, sin titubear, no duda en invitar a su nave nodriza a compadres de otras galaxias: LaMari (de Chambao), Zatu (de SFDK), y Morodo. Y nada desentona, todo encaja. Como la vida misma. Como la galaxia. Ésa que ha inspirado -ahora sí, llegó el momento de admitirlo- el disco más maduro de un artista que, en cambio, sigue mirando con ojos de niño hacia adelante. Y hacia arriba, ahí desde donde le guiña un ojo su hermano Migue, al que dedica “Resplandor”, uno de los temas más íntimos de este “Constelaciones de humo”. Un álbum que, como esas lecturas de ciencia ficción que tanto gustan al músico andaluz, no es solo una odisea en el espacio exterior sino también un viaje al interior de uno mismo.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario