viernes, 12 de diciembre de 2025

CATALUÑA: Carola Ortiz / Seguirem Rodant


Enllà – Carola Ortiz

18/11/2025 - Carlos Monje
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carola ortiz
Carola Ortiz
Enllà
Segell Microscopi 2025
4

Con EnllàCarola Ortiz firma quizá su obra más depurada y orgánica. La cantante y clarinetista terrassense vuelve a situar la palabra en el centro, esta vez dialogando en profundidad con los versos de Dario Olaortua, cuya escritura —serena, luminosa y de caligrafía interior— encuentra en la artista catalana un cauce musical natural, casi inevitable. El resultado es un álbum que no busca deslumbrar, sino acompañar; no pretende epatar, sino quedarse.

A diferencia de trabajos anteriores, donde el impulso creativo parecía multiplicarse en varias direcciones, Enllà se construye desde un hilo conductor firme: la reflexión sobre el tiempo y la vida como tránsito. Nada aquí es rimbombante. Ortiz opta por la contención, por una voz que acaricia más que declara, y por un tejido instrumental mínimo pero muy expresivo. La alianza con la violonchelista Sandrine Robilliard y el guitarrista Bartolomeo Barenghi —un trío ya rodado en escenarios de medio mundo— se traduce en una compenetración tan precisa que basta un gesto para abrir paisajes enteros.

Musicalmente, el disco se alimenta de ritmos y cadencias que orbitan el Mediterráneo pero también América Latina: ecos de habanera, un tango que asoma sin exagerarse, un choro maleable, insinuaciones de fado y un swing que recuerda al cabaret más elegante. No se trata de citas estilísticas, sino de atmósferas que Ortiz utiliza como herramientas para iluminar cada poema. La variedad no fragmenta; al contrario, da forma a un mismo pulso narrativo: esa respiración lenta que cruza todo el álbum.

Carola

 

fuente: diario folk

jueves, 11 de diciembre de 2025

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Oil te quiero (Asier y Javier)


 

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JAZZ CALÓ: Brazo de Gitano


Portada digital Antonio Serrano Kaele Jimeěnez Jazz Caloě (002)
Antonio Serrano y Kaele Jiménez
Jazz Caló
Kamala 2025
4

En un panorama donde la palabra “fusión” parece haberse vaciado de sentido por el abuso, aparece Jazz Caló para recordarnos que mezclar lenguajes solo tiene valor cuando detrás hay verdad, oficio y riesgo. El encuentro entre Antonio Serrano y Kaele Jiménez cumple con creces esos requisitos: uno, un maestro absoluto de la armónica con décadas de exploración a sus espaldas; el otro, un pianista autodidacta de apenas veintitantos que toca con la frescura de quien aún no ha aprendido el miedo. Juntos abren un territorio propio, íntimo y expansivo, donde el flamenco respira como si el jazz fuera su casa de siempre.

El disco arranca con Islazul, un guiño inesperado que funciona como declaración estética: compás flamenco, aire latino y un diálogo entre armónica y piano que se mueve con la naturalidad de quienes se entienden sin hablar. La percusión de Israel Suárez “Piraña” aparece como un latido que empuja, redondea y suelta chispas. En cuanto suenan las primeras frases del piano de Kaele, queda claro que estamos ante un músico de intuición feroz y manos tan ágiles como expresivas.

La reinterpretación de Cai, de Alejandro Sanz, confirma la elegancia del proyecto: Serrano transforma la melodía en un canto sin voz, mientras Tino di Geraldo —productor y buen arquitecto del sonido global— sostiene la escena desde la percusión con ese tacto tan suyo que hace parecer fácil lo que no lo es. Y cuando entra Callejón del sueño, homenaje a Parrita, el grupo se sumerge en un pulso rumbero que nunca cae en tópicos, con Carles Benavent dejando su sello desde el bajo.

Hay momentos de una belleza desnuda, como Bolero de Vicente, donde la música de Vicente Amigo se despliega con una delicadeza que parece suspendida en el aire, o Evocación, uno de los temas propios, que mira hacia la tradición española sin recurrir a lugares comunes. En Guitarra mía, el guiño a Atahualpa Yupanqui da pie a un cambio de colores: Kaele combina piano y teclados, introduciendo una paleta de timbres que acerca el universo del disco a una suerte de jazz fusión transparente y sin artificios.

La visita obligada a Paco de Lucía llega con Río ancho, probablemente uno de los puntos más emotivos del álbum. La presencia de Javier Colina al contrabajo no solo aporta hondura, sino ese equilibrio que solo los músicos con verdadera escucha interior saben ofrecer. Todo fluye sin exageraciones, sin tensión forzada: simplemente música caminando en su sitio.

Entre los temas más juguetones destaca Brazo de gitano, una composición propia donde el cuarteto muestra su versión más luminosa. La velocidad y precisión de Serrano contrastan con el desparpajo de Kaele, que parece disfrutar del riesgo.

No falta el acercamiento a Giant Steps, reimaginado con humor y libertad, como si la pieza de Coltrane se plegara con gusto al compás flamenco. Alma de mujer, de Chano Domínguez, suena como un abrazo entre Cádiz y Nueva Orleans; La Tarara se transforma en un paseo juguetón sin perder su aroma ancestral; y Canción de amor, de Joan Albert Amargós, alcanza un lirismo casi camerístico.

El cierre con Take the “A” Train es un fin de fiesta en toda regla: palmas, teclado eléctrico y una energía que celebra tanto el jazz como la bulería. Un cruce imposible en teoría, natural en estos músicos.

Jazz Caló no es un intento de unir dos mundos: es la prueba de que, cuando el talento y la escucha mutua coinciden, no hay fronteras que defender. Antonio Serrano, recién reconocido con el Premio Nacional de Músicas Actuales, firma aquí uno de los trabajos más inspirados de su carrera. Kaele Jiménez, por su parte, confirma algo que se venía intuyendo: estamos ante un músico llamado a cambiar cosas.

El resultado es un disco de madurez y descubrimiento, de raíces y curiosidad, de tradición y presente. Ojalá sea solo el primer capítulo de una aventura larga. Porque cuando la música suena así de libre, uno solo puede pedir más.

fuente: wikipedia