Rodolfo Páez, conocido como Fito, nació el 13 de marzo de 1963 en Rosario y su infancia tuvo al fútbol como principal pasión, mientras que el equipo de música de su padre dejaba escuchar a Duke Ellington, Antonio Carlos Jobim, Frank Sinatra y Astor Piazzolla.
Los primeros años de la carrera musical, transcurrieron en su ciudad natal. Primero como un intenso escucha y estudiante de música. Luego, formando primeras experiencias en grupos de corta duración con amigos del barrio y compañeros de la escuela, incursionando ya sea en el folklore o en el rock. En esa instancia, comenzó a transitar el circuito underground de bares, teatros y cuanto espacio disponible hubiera para sentarse a tocar el piano y cantar. En ese contexto, en donde ni la dictadura militar que gobernaba argentina podía contener la irrefrenable liturgia juvenil de crear, Fito integró algunos conjuntos como Staff – a sus 13 años- con quienes el 10 de agosto de 1980, participaron del concurso de música progresiva que se realizó en el Club Estudiantil de la calle Iriondo 375, ganando el primer premio. Como parte del jurado, estaba el músico Juan Carlos Baglietto. Apenas unos años después, Paez, siempre en Rosario, se une al consolidado grupo El Banquete. Con substancial roce entre los principales músicos de la escena rosarina, a comienzos de la década del ’80, Fito pasa a formar parte del movimiento que se conoció como ‘Trova Rosarina’, quienes se nuclearon como parte de la banda de Juan Carlos Baglietto. Allí participaban Jorge Fandermole, Rubén Goldín, Adrián Abonizio y Silvina Garré. Consolidado como autor, arreglador y tecladista de esa formación, por primera vez hace su desembarco en la capital del país. Sus canciones incluidas en el disco de Baglietto, ‘Tiempos Difíciles’ (1982) pronto se instalaron en el imaginario popular argentino, siendo soundtrack de una generación que atravesaba una dictadura y la guerra de Malvinas. Fito siguió participando de los discos de Baglietto, aportando canciones con un ADN nacional indestructible, como ‘Las cosas tienen movimiento’ (Actuar para vivir, 1985) que mucho tiempo después versionaría Luis Alberto Spinetta.
En ese contexto, como parte de la banda de Baglietto, en el tejido de camarines durante un concierto en el Coliseo, conoce a su ídolo Charly García. Inmediatamente se generó una conexión física, espiritual y emocional, y al poco tiempo comenzó a formar parte de su banda, para la gira del disco ‘Clics Modernos’ (1983), material fundamental para el desarrollo de la música pop/rock en Latinoamérica. Con García, también grabó teclados y coros en el fabuloso disco Piano Bar (1984).
En paralelo, Fito siguió componiendo sus temas y en 1984 grabó su primer disco solista, “Del 63”, ya con un contrato con la discográfica EMI. Este material impactó con unas músicas que tomaron de las fuentes del rock, del jazz, del tango y del folklore, y con letras que cerraron los ojos al paisaje de la realidad. Ese mismo año, también registró su segundo disco solista titulado “Giros”, con el que confirmó su inspiración como intérprete y compositor, especialmente en canciones como ´11 y 6´, ´Cable a tierra´ y ´Yo vengo a ofrecer mi corazón´.
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